Los cuatro componentes básicos para la elaboración de la cerveza son el agua, la malta, la levadura y el lúpulo.
De todos ellos, y por lógica, el más abundante (conforma aproximadamente el 90 por ciento de la cerveza) es el agua; de ahí que sea determinante contar con un líquido elemento apropiado como materia prima para obtener un producto final de calidad. De hecho, la tradición y la historia cervecera ha deparado que muchas de las grandes industrias que se han hecho con un nombre importante en territorios nacionales, continentales o globales se hayan asentado en torno a ríos, manantiales u otras corrientes acuíferas conocidas por las buenas condiciones de sus aguas.
La utilizada en la elaboración de la cerveza ha de contar con altos índices de pureza, estando exenta de cualquier olor o sabor, de abundancia de sales o de materia orgánica alguna. Y esas son condiciones que aglutina el agua del río Sorbe y que se almacena en el embalse de Beleña, corriente acuífera que abastece a la zona poblacional en la que se elaboran las cervezas Arriaca y que es determinante a la hora de configurar un sabor y calidad característicos.
Un estudio reciente elaborado por los laboratorios de la Mancomunidad de Aguas del Sorbe (MAS), entidad gestora del agua de este río, volvía a poner sobre la mesa la baja mineralización del agua que consumimos y que está exenta de dureza (está catalogada, de hecho, como blanda). Los datos de conectividad y dureza facilitados por la propia MAS sitúan el agua del Sorbe en valores de 60 a 70 microSiemens/cm y 8 grados franceses, respectivamente.
No obstante, el agua tratada de Beleña que actualmente se obtiene de la potabilizadora de la MAS después de los tratamientos concentra unos parámetros de 110 microSiemens/cm en conductividad y 6 grados franceses de dureza. La MAS realiza análisis periódicos de la calidad del agua que pueden consultarse en este enlace de su página web: Análisis del agua.
