Tecnología y partes de una lata de cerveza

28 Jun, 2020

Una lata de cerveza tiene solo dos partes, cuerpo y base (una sola pieza) y la tapa, a pesar de lo cual y de su aparente sencillez, la tecnología que lleva implícita es de una gran complejidad, fruto del estudio y de las mejoras escenificadas durante décadas. 

 

 

De hecho, anteriormente la lata de cerveza ¬-y de refrescos- contaba con tres partes, si bien desde hace ya bastantes años el cuerpo consta de una única pieza. Dicho avance, así como toda la trayectoria y cronología útil de este gran invento la puedes consultar en este articulo (clica) que titulamos en su momento ‘Lata de cerveza: historia y cronología útil’.

¿Cómo se unen cuerpo y tapa? El primero pasa por la llenadora e inmediatamente, en un rápido y preciso proceso para evitar la oxigenación, se coloca sobre ella la tapa en una máquina cerradora. 

 

La anilla y la lengüeta de la lata

Como conocemos, unida a la tapa de la lata se encuentra la anilla que nos permite, tirando de la misma, la apertura del envase, desplazando la lengüeta y dejando un espacio para la salida y el consumo del líquido del interior. Como curiosidad, y con toda la lógica del mundo, el tamaño de dicha apertura será menor o mayor según el líquido contenido en el interior.

Todo ello constituye una única pieza durante el envasado. De hecho, una de las grandes innovaciones en la tecnología de una lata fue la eliminación del resto (residuo) que generaba el arrancado de la lengüeta al tirar de la anilla. Los lectores más mayores de este artículo recordarán cómo esta parte arrancada de la lata solía formar parte con frecuencia del paisaje de suciedad de las calles. 

Eso se acabó a lo largo de la década de los 80. Ahora, al abrir la lata, todo se queda en un pack; no se desprende nada. Y lo mejor: toda la pieza, de aluminio, es reciclable al 100% para usos posteriores. Solo hay que depositarla en su correspondiente contenedor amarillo.

 

Aspectos técnicos de interés de la lata

La resistencia interna que posee una lata a la deformación es de 6,2 bares, lo que vendría a equivaler, aproximadamente, a tres veces la presión de un neumático de un coche.

En cuanto a la resistencia axial a la deformación, esta llega hasta los 200 kilos. Es decir, que colocando cuatro latas en cuatro esquinas estaríamos cerca de sostener sobre ellas a un coche tipo utilitario de pequeño tamaño. 

 

 

El barniz que recubre el interior de la lata

Interiormente la lata de cerveza está revestida de un barniz que impide que el metal (aluminio) interaccione con la bebida. Es decir, que la cerveza nunca va a saber a metal en condiciones normales.

Dicha película interna es un barniz epoxi extremadamente fino, utilizado desde hace mucho tiempo en envases del sector alimentario; no solo en latas para bebida. Está demostrada su inocuidad a la salud humana, al igual que no altera las propiedades organolépticas del producto envasado.

Las buenas prácticas para el envasado y para el manipulado de las latas resultan imprescindibles para que este barniz conserve sus propiedades y no se vea afectado. 

Un fuerte golpe o abolladura en la lata podría producir microfisuras en dicho barniz. E incluso así, la afectación al líquido sería mínima en el caso del aluminio; más importante sería si hablamos de hojalata (que no es el caso en las latas de cerveza).

 

Transporte de la lata: unos breves apuntes

La propia fisonomía de la lata ya nos apunta algo importante si hablamos de términos logísticos y de transporte: la gran mayoría del volumen contenido por una caja estará ocupado (en un diseño habitual de packaging) por cerveza.

Eso no ocurre, por ejemplo, con el vidrio, donde la altura del cuello hace que el volumen de aire transportado sea mayor en la caja.

Si hablamos de peso, la diferencia es abismal: la lata pesa 12, mientras que la botella llega a los 250 gramos. Y ambos albergan los mismos 33 centilitros.

Por eso la lata de aluminio es tan amigable para el transporte: ocupa menos espacio, pesa menos y se rompe menos. Aunque en este último caso el cuidado debe ser igual de importante que el vidrio, ya que una lata no puede presentar abolladuras para que mantenga todas sus propiedades.

 

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